EL VAPOR
EN el siglo XVIII comenzaba en Inglaterra una profunda transformación económica, conocida como la "revolución industrial". Fue el principio del fin de la mano de obra artesanal y el comienzo de la era industrial que vino a ser anunciada por la aparición de las primeras máquinas modernas, como la de hilar algodón, inventada por Hargreaves en 1767, o el telar de Arkwright, patentado en 1769.
EN BUSCA DE UNA NUEVA FUERZA MOTRIZ
Se dice que el matemático Gerbert de Reims, quien se convertiría más tarde en el Papa Silvestre II, habría inventado hacia el año 975 un órgano en el que el aire de los tubos era comprimido por la fuerza del vapor. El primer instrumento de vapor del cual hay constancia histórica es el que describe una patente de 1663, concedida al marqués de Worcester, aunque no se trataba de una verdadera máquina, sino más bien de una bomba de vapor.
El notable inventor francés Denis Papin, quien hacia 1680 concibió su famosa marmita de presión proyectada para extraer cola de los huesos. Pero el ingenioso inventor no se quedó sólo en esto y en 1687 diseñó una máquina de vapor que llevó a la práctica veinte años después, durante su permanencia en Cassel, Alemania. Allí construyó una pequeña embarcación con rueda de paletas, movida por una máquina de este tipo, en la que intentó hacer un viaje desde aquella ciudad hasta Londres. durante la noche del 25 de septiembre de 1707, hicieron que Papin fuera arrestado y destruyeron su barco, Papin murió poco después en Londres, sin haber podido reconstruir su embarcación, pero sus ideas sobre las máquinas de vapor quedaron registradas en un libro y sirvieron para que posteriormente Newcomen.
LA MAQUINA DE NEWCOMEN
La primera máquina de vapor concebida como una fuente universal de fuerza motriz fue construida en 1705 por Thomas Newcomen y su ayudante John Calley. Estos inventores aplicaron el principio de Savery de condensar el vapor en el cilindro para el golpe descendente del pistón. Pero su máquina vino a aportar además importantes innovaciones: un ingenioso sistema de válvulas para regular la introducción del vapor en el cilindro y la inyección de agua fría para condensarlo. Debido a que Newcomen no pudo patentar su máquina hasta 1716, los poseedores de la patente de Savery se aprovecharon de su invento durante cerca de diez años. Pero al fin Newcomen pudo formar una compañía para impulsar la adopción de su máquina por la industria, no tardando en alcanzar pleno éxito, ya que muchas de ellas fueron aplicadas al desagüe de las minas de carbón. Con el tiempo el invento atraería la atención del eminente ingeniero John Smeaton, quien le introduciría substanciales mejoras.
EL TRIUNFO DE WATT
James Watt era un ingeniero escocés que había nacido en 1736 .En 1769, Watt patentó su primera máquina de vapor de uso universal, que servía para aserradora, laminadora, tejedora y otras aplicaciones similares.
Desde el primer momento, la máquina de Watt, que tenía la novedosa característica de condensar el vapor fuera del cilindro, demostró una eficiencia considerablemente mayor que la de Newcom.
Pero Watt no estaba aún contento con sus triunfos y siguió trabajando con ahínco. Tuvo la suerte de encontrar en Boulton un socio honrado y emprendedor y en William Murdoch, un colaborador inteligente e ingenioso. Así, estos tres hombres se dieron por entero a la tarea de perfeccionar la máquina de vapor y sucesivamente le fueron introduciendo mejoras hasta hacer de ella el eficaz instrumento que la convertiría en el verdadero motor de la revolución industrial.
Los progresos de la máquina de vapor cobraron una extraordinaria aceleración. En 1783 una máquina de Watt movió el primer martinete para John Wilkinson, iniciándose así una serie de aplicaciones prácticas para ésta. Hacia 1800 estaban en funciones no menos de 500 máquinas "Boulton y Watt". Conjuntamente con los nuevos mecanismos para la transmisión de la energía, la máquina de vapor fue gradualmente desplazando al trabajo humano en no pocos oficios, convirtiéndose, además, en el símbolo de la nueva edad de la máquina, que se iniciaba con los albores del siglo XIX.
REVOLUCION EN EL TRANSPORTE
El vehículo accionado por vapor no estaba, pues, destinado a imponerse en la carretera, sino que sobre rieles, siguiendo la senda que le había trazado Trevithick en 1804 con su primera locomotora
El invento culminaría con la aparición y desarrollo del ferrocarril que permitiría el transporte de cargas y pasajeros en gran escala. En él sobresaldría nítidamente George Stephenson, "el hombre que domina todo el nacimiento del ferrocarril, el que durante doce años luchó solo y triunfó contra todo: máquina, vía, obras y explotaciones", según palabras de Charles Dollfus.
Pero la máquina de vapor no iba a tener sólo aplicación en el transporte terrestre, sino que alcanzaría un éxito igual o quizás más notable en la navegación. Desde la infortunada barca de Papin, numerosos inventores trataron de aplicar la fuerza motriz del vapor a la marina. Entre otros, el norteamericano John Fitch planeó en 1786 un barco en el que el vapor movía una serie de remos.
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